Son sus ondas de mar acaracoladas
en las que buceo hasta extasiarme,
la tez amarfilada
que hace temblar de rubor mis epitelios,
la voz estancada permanentemente en mi oído.
Es el pretil
de la incertidumbre de su pensamiento
que mantiene a raya la locura
de este errante y caótico deambular entre recuerdos de barro
cociéndose en mi corazón.
rayos de luna congelados en la retina.
También decisiones asustadas por no haberse decidido todavía.
Es la desidia llamando
por el rastro de aquella huella que aún está fresca
bajo la arena de la playa que dejó de pisarse.
El haberse ido tantas veces
buscando un arquetipo que no existe
en otro sitio que no sea esta cabeza.
recolectando vivencias que no maduraron,
se apaga el teléfono con carácter indefinido,
se construye un silencio
que te mira a los ojos y te habla
y que acabará por calarte
más dentro que un sonido o una creencia,
ahondando hasta llegar a esas raíces
de las que se alimenta el alma.
regurgita aquella idea arquetípica
como la vuelta de un amor infantil
como si fuese el último barco
que fuese a pasar por el punto exacto
después de un naufragio.
Y te agarras a ella desnudo
sin creer que no vas querer agarrarte
de esa manera exacta
nunca más
a otra cosa.
Con el tiempo compruebas que no vuelve nada.
ResponderEliminarTodos los trenes a los que no subiste se pierden para siempre.
Y con los amores pues lo mismo.
Saludos.
Por eso agarrarse a que vuelvan es engañarse a uno mismo. Saludos.
EliminarNi volviendo al mismo lugar, ni calzando los mismo zapatos, nada es igual. Pero podemos empezar, algo de experiencia, un poco de aquel vino, un vendaval fresco y la calle nos espera. Vaya rollo que te he soltado, tendría que haberte dicho que el poema es una preciosidad, que lo és. Un abrazo
ResponderEliminarMe anoto al vino y a la calle, lo del vendaval por estas tierras es demasiado abundante. Gracias por tus palabras, que de rollo nada, siempre son enriquecedoras. Un abrazo.
EliminarEl poema es precioso, y por el mar siempre pasarán hermoso barcos a los que subirse.
ResponderEliminarUn beso, Xan.
Es verdad que está muy presente el mar, al que tanto y tan bien escribes. Gracias Carmela, un beso.
EliminarNos agarramos con ferocidad a esa creencia, como si no hubiese más clavos incandescentes a los que agarrarse.
ResponderEliminarSi alternativas hay, otra cosa es que sean respetuosas con uno mismo.
EliminarNada vuelve, mirar el pasado causa dolor. Yo me dejo llevar por las circunstancias. Quizás no es lo mejor, pero permite sobrevivir.
ResponderEliminarUn beso.
Es que a veces no queda más remedio, dejarse llevar es un mecanismo al que no hay que acostumbrarse pero necesario. Gracias Ilduara, besos.
EliminarTe has vuelto verde primavera desde que no vengo por estos lares, Xan. Inspira, y qué decir de lo que inspira y transmite cada uno de tus versos.
ResponderEliminarA veces puede darse un paso atrás y volver a andar por donde hemos desandado, pero, la mayoría de las veces, cuando el agua del río ha pasado, nosotros ya no somos los mismos, nos hemos ido con el agua que discurre por su cauce.
Un beso enorme.
Afortunadamente cambiamos, espero que eso nos ayude a mejorar, pero a veces, ya parece que simplemente nos mecemos a merced del viento. Gracias y abrazos.
EliminarUn ejercicio de introspección profunda, de mirar hacia adentro con toda la honestidad de verse en el estado más puro...
ResponderEliminarUn poema intenso, que refleja toda tu espléndida madurez.
Abrazo admirado!
Es como una autocrítica a instalarse en las añoranzas del pasado, algo así. Gracias Luna por tu aliento constante. Abrazos.
EliminarEntro en tu casita y veo que has cambiado la decoración de tu blog, está más alegre con este color verde tan bonito, y este poema con el que nos deleitas, qué bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Le hacía falta un toque de esperanza entre tanto gris mundial. Gracias por pasarte María, siempre se agradece y honra tu presencia. Abrazos.
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