de su amado Brasil.
Vivía detrás de una réflex,
que firmaba los cuadros
más tristes del barrio.
Era capaz de leer
en todas las miradas,
de arrancar algo de cariño
del corazón más inhumano,
de desprenderse de ese aire
viciado y cargado de rutina,
que para el resto de la gente
resultaba indispensable respirar.
Había gravado
cada imagen que inmortalizaba
en su denso océano de memoria,
y las describía
sin olvidar detalle alguno,
por eso hablar con ella,
era como emprender un viaje,
que siempre terminaba en aventura.
Pero cada foto que hacía
congelaba un instante de su tiempo,
y mientras ella envejecía joven,
el mundo se le iba escapando,
se le iba haciendo más cansado y vetusto.
Qué bonito has versado ese tiempo que, a veces, se nos escurre de entre las manos, mientras nuestra mirada se entrega, casi en su totalidad, a una sola dirección… aun cuando esta sea apasionante...
ResponderEliminarPrecioso, querido Xan.
Un abrazo, y feliz tarde.
Es uno de mis miedos, que pase el tiempo sin sentirme parte de él. Gracias y abrazos
Eliminarvieja muchacha suena poco amable
ResponderEliminarel tiempo y la nostalgia conjugan juntos el poema
abrazos
Ya sí que suena poco amable, pero no sé sé ocurría nada mejor. Gracias por tu tiempo. Abrazos
EliminarEse tiempo que a veces se nos escurre entre los dedos...
ResponderEliminarHermosa manera de describirlo Xan.
Un beso
Gracias Carmela, pensamos en el tiempo que se nos escurre, sin advertir muchas veces, lo que ha dejado atrás. Un abrazo.
Eliminar