Cuando llegué
iluminaba un rincón oscuro,
los ventiladores esparcían su belleza
por todo mi universo,
dejé la copa en sus manos
en el momento clave en que Luis Miguel
cantaba para que nos abrazásemos,
la acompañaba sin tocar el suelo
llevando en los pies las alas de su acento canario,
de su mano Pontevedra
se me hacía una aldea aún más pequeña en el mapa.
Y en un billete de tren
de regreso a la otra aldea
garabateaba versos con su nombre,
Dulcinea parecía contenta
y yo un inexperto caballero andante.
A la semana siguiente propuse
un café en el cafetín,
corto, que se hizo largo y luego eterno,
al reloj que marcaba sus horas
nunca le hizo sombra mi sol naciente.
los ventiladores esparcían su belleza
por todo mi universo,
dejé la copa en sus manos
en el momento clave en que Luis Miguel
cantaba para que nos abrazásemos,
la acompañaba sin tocar el suelo
llevando en los pies las alas de su acento canario,
de su mano Pontevedra
se me hacía una aldea aún más pequeña en el mapa.
Y en un billete de tren
de regreso a la otra aldea
garabateaba versos con su nombre,
Dulcinea parecía contenta
y yo un inexperto caballero andante.
A la semana siguiente propuse
un café en el cafetín,
corto, que se hizo largo y luego eterno,
al reloj que marcaba sus horas
nunca le hizo sombra mi sol naciente.
A esas alturas de la noche
sin gobierno y con mis amigos en el Camawey,
yo que soy más del ojalá de Silvio,
quién le mandaría a rocinante
que trotase cuesta arriba hasta Carabás.
No volví a saber de ella,
creo que ahora será una enfermera feliz,
a mi algo, al menos, logró curarme,
aunque me hice adicto
sin gobierno y con mis amigos en el Camawey,
yo que soy más del ojalá de Silvio,
quién le mandaría a rocinante
que trotase cuesta arriba hasta Carabás.
No volví a saber de ella,
creo que ahora será una enfermera feliz,
a mi algo, al menos, logró curarme,
aunque me hice adicto
demasiado pronto a su medicina.
Y yo acordándome del Marqués de Carabás del Gato con botas. Hay días que ando muy despistada. Un abrazo
ResponderEliminarJajajja, Carabás y Camawey eran discotecas de Pontevedra de cuando yo estudiaba allí. Gracias por tu tiempo, abrazos.
EliminarAy Xan como suelo decirte... eres el poeta de las músicas en la fantasía del lector.
ResponderEliminarSiempre que te leo, suena una guitarra,una balada detrás de tus versos.
Me encanta!
Un abrazo!
Pues algún día puedes poner la música, jajajja, gracias Luna y un abrazo.
EliminarEsa Dulcinea, curando desde su locura.
ResponderEliminarUn abrazo
Ojalá cada loco tuviese su Dulcinea. Un abrazo.
EliminarHay personas que curan y otras que dejan herida.
ResponderEliminarBesos Xan.
Esta era de las que curaban dejando huella. Besos.
EliminarQue bonito, es la primera vez que te leo y no será la última, unas letras preciosas.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, pásate siempre que quieras. Abrazos.
EliminarEsos amores que se van dejándonos solo un recuerdo. Lindo leerte amigo. Saludos.
ResponderEliminarPor eso hay que escribir algo, para que sigan vivos. Abrazos.
EliminarCreo que te lo han dicho alguna vez pero es cierto que tus letras tienen música. Bien podría ser a la tonada de Antonio Vega pero sé que tú tienes tu propia personalidad :-)
ResponderEliminarSiempre es un placer poder pasarme por aquí para disfrutar tus versos.
Un beso.
Eso me dice siempre Luna, pero lo de Antonio es otro escalafón, gracias por tu tiempo. Besos.
EliminarOjalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan...
ResponderEliminar¡Menudo poema!
besos
Era muy especial escucharla de fin de fiesta la verdad, muchos recuerdos en el baúl. Besos y gracias.
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