LA GRAN EVASIÓN

Soy también aquel otro
que nace de la nada helada de su olvido,
defendiendo causas perdidas
o interesándome por heridas que no me duelen,
por resolver problemas complejos

que tampoco me atañen.
Hasta que evadido,
como una arena
en la multitud de arenas de un desierto,
un alma de esas de tantas
que pasan arrasando con el destino,
arrogante e inconsciente destapa
la lápida en la que creía haber enterrado
la esencia embrutecedora que despide
al ser evocado su recuerdo.
Sí,
la encuentro al tirar
del hilo de ese finísimo destello,
y con ella a ti también,
tan cálida y risueña,
radiante y desprendida,
que me ahogo en lágrimas
que lloro hacia dentro.
 
Entiendes por qué
de vez en cuando,
mi alma mira hacia atrás 

y me encuentra,
con la mirada perdida
y la sonrisa abierta,
asfixiado entre el tumulto 

de cualquier parte de una calle,
y petrificado como un pájaro herido
en unas manos desconocidas.