01 septiembre 2022

QUERÍA ODIARTE

 

Quería odiarte
con el ímpetu de todas las fuerzas conocidas.
Lo único que conseguía
era seguir y seguir pensando en ti
y en la ruina que me suponía tu ausencia.
Trataba de distraerme,
salir a correr,
ir al cine,
quedar con amigos,
pero todo lo seguía haciendo contigo pero sin ti,
y ese último pero
hundía su cuchillo en mi corazón
y lo retorcía sin piedad.
Tu piel,
buff,
tan suave y fina,
tan pulida,
las primeras veces mi tacto
no advirtió que sería una cárcel insalvable.
Podía pasarme horas observando
aquella mirada expectante,
capaz de engullir océanos,
de miserias, de dolores, de risas,
de poesía pura
que era de lo que estaba hecha.
 
Descubriste que conmigo todo eran urgencias,
urgencias antes que nosotros,
sin apenas espacio para compartir silencios,
y vale más el silencio espontáneo de un nosotros
que cientos de caricias,
caricias que se perdían para siempre,
gota a gota,
entre un mar de urgencias.
 
Un día en un ataque de sinceridad,
me advertiste
con la brutalidad de aquellos labios salvajes,
que el amor no te duraba,
que lo consumías con tanta ansia,
que se agotaba pronto,
pero yo me creía capaz de abastecer al mundo
con mi teoría del amor universal,
porque al fin y al cabo
me gustaba todo de ti,
el modo pausado en que pisabas al caminar,
tu manera de escribir,
tus explicaciones ensimismadas
mientras perdías la noción del espacio y del tiempo,
el pelo ondulado,
las faldas ajustadas,
y la lencería oscura,
y la mirada perdida,
y la forma en que te sentabas
después de cultivar el amor,
porque eso era lo que hacías,
cultivarlo con mimo
con el entusiasmo de quién riega un flor endémica.
 
Fue la puta prisa
esa que siempre llevaba instalada en los huesos,
la que inhibía mi atención a tus señales,
-          hoy no me apetece bajar
y la cabeza dando vueltas
en torno a aquel chaval simpático
que te admiraba igual que yo,
pero que te prestaba toda su atención.
¡El amor se acaba!,
se acababa el amor
y sonaron las alertas
cuando pasaste una semana sin contestarme,
a las llamadas,
a los mensajes,
al latido de mi corazón en tu puerta,
se desmoronaba todo
con una facilidad aplastante,
sin la posibilidad de un volvamos a empezar.
Así me lo explicaste,
“porque eso sería como creerse una mentira
para esperar que no te vuelvan a mentir.”
Y quería odiarte,
sonrío con solo pensarlo.

19 comentarios:

  1. Hay quien sabe que el amor no le dura ni un telediario, y siendo sinceros, mejor avisar. Claro, el que queda enamorado desea odiar, pero no es posible :-)

    Un abrazo

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    1. La sinceridad por delante sí, pero duele igual, el caso es superarlo, para eso la sonrisa. Un abrazo.

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  2. A veces ni siquiera así se puede odiar...por más que queramos!
    Hermoso poema... ese dolor que traspasa al lector, que no se rinde, ese corazón que late y no decae.
    Precioso!

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  3. Odiar es alargar la situación, una bonita despedida es mejor.

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    1. Ya pero para esa despedida hay que haberlo superado. Gracias y abrazos.

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  4. Que pena, te falto tiempo para bordar silencios a besos y hacer acuarelas junto a ella con toda la paciencia del mundo para después amarse lentamente.
    Tus prisas y tu urgencia la alejaron llevándola hacia alguien que tenia el tiempo entre sus manos para ella.
    La vida son lecciones y experiencias, no queda nada mas que cerrar el ciclo y aprender la lección.
    Me gusto mucho leerte.

    Saludos con mi abrazo.

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    1. Aprendido quedó, sería triste saberlo todo. Un abrazo.

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  5. Hola, Xan:
    Por suerte, uno no siempre logra lo que quiere.
    Un abrazo, Xan.

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    1. Eso es verdad, aunque igual fue por falta inconsciente de empeño. Un abrazo Nino y feliz finde.

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    2. Hola, Xan:
      Sí, algunos de mis fracasos han sido intencionados: muchas veces no busco alcanzar algo, sino acercarme a ese algo.
      Un abrazo.

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  6. Vehemente poema, y es que el amor es impredecible

    Abrazos 🤗

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  7. a veces con el tiempo los caminos se abren, y se disipa todo lo demás, el amor abre caminos y lo cierra hasta ser superado para luego dejar que entre nuevamente. abrazo desde el aire

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    1. Sí, siempre se abren caminos en el horizonte si observamos con atención. Gracias Nicolás, bienvenido.

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  8. Coincido con Lichazul.
    Es impredecible.
    Esa es la magia y también la condena.

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    1. Está claro que hay que ser valiente, gracias Toro.

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  9. Nos zambullimos en marejadas peligrosas y creemos que podemos mantenernos a flote, a pesar de las banderas que nos alertaban desde la orilla. Otro error más de programación del ser humano.

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    1. Habrá que contraprogramar, aunque aún no tengamos ni idea del código, pero es que era inevitable el no hacerle caso a las banderas, eso viene de serie. Gracias Kiffi por tu tiempo.

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