Con el caer de las hojas,
iba decayendo mi ánimo.
Compré cinco claveles
y antes de adornar tú jarrón,
ya se habían marchitado.
Desde aquel día
en el que llegó la pena,
enraizó tan hondo,
que caló como suero
por mis venas,
y no conseguí,
separarme de ella.
Viajando de jueves a lunes,
a oscuras por un túnel,
si me buscaban,
desaparecía colgado
del rabo de alguna nube.
Con la falta de luz,
mi oscuridad
se fue apoderando de tus sueños,
no era tu cara,
era mi cruz,
la que apagaba,
nuestro desasistido deseo.
Así como la tristeza,
se instaló en mi corazón,
la alegría se hizo un hueco,
vino a dormir entre tú y yo,
y nunca más se atrevió,
a dejar de querernos.
Siempre hay una luz al final del túnel,y tu eres afortunadamente esa luz para mi.
ResponderEliminarGracias por haberte dejado descubrir!!!
Hola!
ResponderEliminarMil gracias por tus palabras en mi blog, te sigo
Te he leído y me gusta lo que escribes, seguiré leyéndote, andaré por aquí
un besito
www.humanfilters.blogspot.com
Me gusta el final luminoso que contradice el tono melancólico inicial. Estupendo efecto.
ResponderEliminar¡Muchas gracias Leire,por tu comentario!
ResponderEliminarLo curioso de los años
ResponderEliminares que hay cosas
que se siguen repitiendo
Siguen cayendo hojas
Como si no importará el luego
y entre susurro y susurro del viento
se vuelven los ritmos añejos.
Abrazo de luz
Añejos ganando importancia, como el buen vino. Abrazo enorme.
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