Compite la noche
con el visillo de punto virginal
de tu espléndido escote,
y desciende la velocidad angular de la
Tierra,
cuando el pincha se marca una lenta,
y me quedo absorto en el bambeo sensual
de tus piernas.
Aunque yo solo quiera explicarte
y que tú me entiendas,
que en un rato amanece y se acaba la
fiesta,
que dentro de muchas noches nos
sobrarán espacios para los besos.
Necesito tiempo,
tiempo para llenar de tinta mi tintero,
tinta con la que te escribo luego,
los libros de aventuras que te cuento.
Compréndeme entonces,
que no te siga, que no te pregunte el
nombre,
que ahora que me miras tan profundo,
no existen ya palabras que arreglen mi
desorden.
Aunque podríamos lanzarnos al abismo,
jugando a ver quien extraña a quién
mañana,
enfadándonos y reconciliándonos con
el alternar de las semanas,
hasta que la primavera le dispare al
verano
un calor atroz que desate nuestras
manos,
y no estemos uno al lado del otro para
abrazarnos.
También puede que nos fuguemos,
de esta noche a la mañana que le
sigue,
que uno quiera irse a dormir y el otro
le haga de coartada,
que la intimidad se vuelva tan fina que
roce la nada,
y a partir de entonces no haya más
intercambio de palabras.
Ahora que ya tus amigas y mis amigos se
han marchado,
resumamos esta historia, que aún no
hemos empezado,
oficialmente ya no te conozco y nunca
te he besado,
así cuando todos nos interroguen,
tu serás una buena dama y yo un
caballero honrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus letras y tus espacios, tus comas y tus puntos, tus signos, tus clicks... tu atención.