Cuando la lluvia arrecia,
anhelo aquel recuerdo,
y comparto mis secretos con la soledad.
Cuando la lluvia arrecia,
se despegan mis venas de sus arterias,
y cabizbajas caminan para habitar el
purgatorio
conciliando la espera ante la demora de
otra batalla que librar.
Cuando la lluvia arrecia,
no hay cristal que detenga las penas,
ni dique que contenga las cartas de
confidencia,
que envían los quejidos sordos del
alma,
a las posadas de la amistad.
Cuando la lluvia arrecia,
río abajo discurre mi lectura,
la cual es siempre la misma e igual a
la tuya,
serpenteando por las aceras
driblando a la pasión con la ternura.
Cuando la lluvia arrecia,
se me disculpa el sol de mis días de
torpeza,
se encierra la locura en el armario,
no salen al balcón ni mi princesa ni
tu príncipe encantado.
Cuando la lluvia arrecia,
me invitan a un café las musas en el
monte Parnaso,
se exilian las alegrías al caer del
ocaso,
y sueño con una mujer que nunca
alcanzo.
Cuando la lluvia arrecia,
la humedad aumenta el despojo de mis
flemas,
la algarabía se vuelve silencio,
en el campo de grillos donde se siembra
el desprecio.
Cuando la lluvia arrecia,
mi cama es un refugio de guerra,
en donde se idean épicas estrategias,
que ganarán batallas insólitas,
y se solucionan complejos problemas
mundiales,
pero luego el calor siempre encuentra
un desagüe,
y el frío se hace eterno,
empujándome a salir del lecho,
a saltar sin remedio, a lidiar con la
furia de la calle.
A veces leyendo...
ResponderEliminarLetras ajenas
Se encuentra el refugio
Mil gracias
Xan!