ANÓNIMO

 
Me ha dejado tirado,
pensaba que siempre seguiría ahí,
bajo ese estoico halo de impersonalidad.
Anónimo se ha ido,
con sus comentarios complacientes
y sus piropos arriesgados.
Creía saber quién era,
pero él nunca lo haría,
no me dejaría así,
con esa asesina frialdad
de marcharse sin dejar
al menos una pista que me acerque a su rastro.
De vez en cuando busco sus letras,
a cada rato más huérfanas,
y acerco mi mano
como intentando acariciar
a la persona que con un click
desvió el manantial de mis letras desesperadas.
Pienso que Anónimo
era un “ánimo” con un “no”
de un “no te diré quién soy” camuflado,
un ángel que se te aparece
para regalarte su aura,
o un ladrón que se marcha
después de haberte estafado.
Por lo de pronto
no necesito más anónimos,
tengo miedo de volver a encariñarme
y tener que sufrir
el eco de esta ausencia
que aún encima es la suya.