Ahora, que
me aburro conmigo de mí mismo,
que ya no
leo la biblia como el catecismo,
que la
lluvia se muere de ganas,
de que me
quite el abrigo.
Ahora, que
vuelvo a Santiago de madrugada,
y lo
exploro como un peregrino,
que hasta
ayer…, hoy sería mañana,
y el
pasado, un conocido, que guardo en las entrañas.
Ahora, que
temo más al verso que viene,
que al
disparo en la sien de la desgracia,
que el
instinto y la razón no me mienten,
y siempre
despierto en el desierto de la nostalgia.
Ahora
mismo, que te quedas a solas,
que
suspiran, el aire, el sol y las horas,
ahora, que
estoy contigo y no me ves,
que me
expreso mejor con las hojas.
Ahora, que
soy este descarriado horizonte,
donde se
forman las tiernas y dulces olas,
esas en
las que te meces,
cuando tus
ojos trepan por la aurora,
y reflejan
esa mirada insulsa hacia el vacío,
que
gratamente archivo en la memoria.
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