PEQUEÑO SOÑADOR COBARDE

Te fuiste,
yo no quería un porqué,
ni un por cuánto, ni un quizás,
solo esperaba una despedida magnicida,
o simplemente una parca nota,
que me comunicase
que ya no era santo de tu devoción.
Pero aún no alcanzo ni al mínimo,
a saber si acaso respiras,
donde habitas,
a que te dedicas,
si estás en peligro,
si en algún momento te has acordado de mi.

Deduzco,
que tu interés no es tamaño al mío,
en cuanto a dos personas que se buscan,
si una no trata de alcanzar a la otra,
la otra no alcanza a la una,
o quizás todo es una macabra falacia
urdida por esta loca mente enferma,
y yo no levanté ni un solo grano de arena
en la playa tu corazón,
como para que ahora venga a buscarte
con todo mi ejército de versos urgentes.

Mi querida,
desde que te vi,
amo tu nombre,
y no existe otra palabra
que me enardezca más,
no, no preguntes, por qué,
porque no lograré contestarte,
sabe dios si podré volver a verte,
si extrañas algo nuestros paseos,
nuestras citas o nuestras confidencias.
Solo quiero que sepas que te espero aquí,
donde hiciste añicos el cristal
de mi niñez para siempre,
te espero por miedo
por miedo a salir y encontrarte,
porque sigo siendo
aquel pequeño soñador cobarde.