31 agosto 2015

¡ Ay !


¡Ay!, se ahoga un suspirito,
en unos labios verdes,
verdes como el agua viva.

¡Ay!, yo no entiendo de oro,
pero su piel es un tejío,
de algún metal precioso.

¡Ay!, a pedacitos, a ratitos,
de sueños y vigilias,
empensando en ella,
se me va la cabeza,
y la vida entera.


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