Dejamos
la llave escondida,
en
algún lugar extraño,
al
término de la semana,
no
había pasado ni el primer día del año,
las
horas desdibujaban cada vez más nuestro rostro,
precipitaba
poco a poco,
un
final lánguido y tenebroso.
Los
espacios se nos reducían,
nuestras
sombras enflaquecían de hambre,
y
de testigo la luna con su menguar solidario.
Sueños,
yo solo te recitaba sueños,
dibujados
en paredes de papel negro,
aprendidos
de malos cuentos,
que había oído contar de pequeño.
Urgía
esperar a llenarse de espacio,
travestir
la desatada ira del averno,
labrar una brújula en madera de tilo,
y
soplar hasta lograr entonar
la melodía del destino.
Es una maravilla haberte encontrado.
ResponderEliminarEspero no dejes nunca de escribir como lo haces!!!!
Los tres últimos versos son demasiado.
ResponderEliminarSuerte con la búsqueda o conquista de tu destino, amigo!
Muchas gracias a amb@s!
ResponderEliminar