22 marzo 2006

UNA CAMARERA LLAMADA FORTUNA

Las estrellas que buscaba,
solo salían del vidrio y de las latas,
era un día tonto de otoño,
que discurría por los raíles de la nada.

Habían pasado 4 amaneceres,
desde mi último gran hundimiento,
pero ya me había acorazado,
dejando escapar las penas al viento.

Nunca recordaré nuestras cálidas palabras,
que con el humo del tabaco se mezclaban,
pero no me olvidaré de sus labios,
conjugando mis pupilas taladradas.

Aquella historia, sin amarme me abrazaba,
traduciéndose en caricias,
las sonrisas del otro lado de la barra.

Algún día sabré porque me amaba,
por qué llegó, cuando yo más lo necesitaba.

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