23 marzo 2006

CRISTINITA

Vivíamos tres noche por semana,
sin teléfono, cocina, ni plancha.
La felicidad era una guerra de almohadas,
mientras jugábamos a no sentirnos solos,
sin más calor que el de nuestros cuerpos,
sin más dolor que el deseo.

Y un día,
tu boca dijo:¡márchate!,
pero tus ojos
no paraban de repetir:¡que no!
Era tan gris la niebla de la mañana,
como el sabor de la derrota.

Nadie escuchó del dim-dom,
de mi corazón,
en la puerta de tu alcoba,
nadie, me escuchará,
por la noche ahora.

Espero que tu cara de niña,
nunca tenga que saber, como yo,
ques existe alguien que la quiere,
pero no se atreve a demostrar su amor.

1 comentario:

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